El pasado jueves 10 de mayo se realizó la VII Cumbre de Emprendedores Asech. En este marco, la politica comercial que desarrolle nuestro país se torna crucial para el desarrollo de nuevos emprendimientos y la diversificación de los mercados.
En general, cuando uno escucha hablar acerca de los beneficios de los acuerdos comerciales que el país firma, el primer argumento que se esgrime es la reducción de aranceles o impuestos que éstos implican para una serie de bienes o servicios. Sin embargo, detrás de este planteamiento hay una profunda limitación de las diversas posibilidades y herramientas que entrega una efectiva política comercial.
Históricamente la política comercial se ha definido como “el manejo de los instrumentos al alcance del Estado para mantener, alterar o modificar las relaciones comerciales de un país con el resto del mundo”. Usando esta noción se pueden desprender una serie de elementos que son posibles de ser abordados de una manera más hábil y eficaz de lo que han sido hasta ahora.
Siendo nuestro país abierto e integrado al mundo, no nos podemos quedar al margen de los avances en los diversos instrumentos político comerciales que han desarrollado nuestros socios. En este sentido, somos testigos de cómo los países invierten decididamente en la promoción de exportaciones no tradicionales, en el fomento de la inversión y el turismo, en la internacionalización de las Pymes, en el fortalecimiento de una imagen país atractiva y la facilitación del intercambio comercial a través de la modernización y digitalización de las instituciones pertinentes.
En este último punto, Chile no debe olvidar el rol de las aduanas y el impacto positivo que conllevaría la agilización de sus trámites, sumado a una persistente preocupación por la calidad y desarrollo de la infraestructura y conectividad de nuestros principales puntos de entrada y salida de mercancías. A la vez, debemos velar por una participación en foros internacionales con un mensaje consistente con nuestras políticas internas públicas y privadas, buscando siempre una consistencia entre lo que proyectamos y lo que hacemos. Todos estos elementos han de ser considerados como ejes centrales de una política comercial coherente y actualizada, capaz de tender alianzas sólidas entre el sector público y el privado.
En definitiva, una política comercial eficaz debe ser capaz de servir de plataforma a cualquier idea o emprendimiento que desee conectarse con el mundo y diversificar sus mercados de manera confiable, ágil y segura. Aquel debiese ser siempre el objetivo de las autoridades en esta materia.